San Lázaro

Soy la 4ª de 5 hermanos y la pequeña de 3 hermanas… por eso siempre fui un poco mimada… de más… o de menos… Por esta condición, los mayores que sabían de mis caprichos…  pedían lo peor, porque sabían que yo me iba a encaprichar… y acababa comiéndome el culo del pollo o los rabos del pulpo… Mi padre decía ¡si eso lo quiere Amparito, lo come Amparito!

Vivimos en una aldea hasta que yo cumplí 13 años y mis padres decidieron que ya no iban a internar en un colegio a los dos pequeños. Desde que yo tenía 10, todos los días mi padre nos traía a la ciudad por la mañana temprano y nos recogía a la salida del cole… en su 1430.

A los 13, el piso de la ciudad estaba acabado…

Pero siempre Filomena, la señora que ayudó a mis padres a criarnos y por la que lloraba todas las noches para que me dejaran dormir con ella, la mujer que siempre consideré la abuela que no tuve, la persona por la que rezaba a diario cuando era una niña para que muriera de viejecita y yo fuera mayor para entenderlo… siempre Filomena me llevaba a las fiestas de San Lázaro, las del barrio del Puente. Allí vivía su hermano Valerio, su cuñada y sus sobrinas. Filomena todos los años me compraba un pollito de peluche, que tenía una llave para darle cuerda y empezaba a andar a saltitos y bajaba el piquito como si estuviera picando grano… el último que me compró y yo tenía entendimiento para darme cuenta del precio de las cosas, costó 25 pesetas.

Año 86, Filomena me dejó. Tenía exactamente 86 años. Había nacido en el año 1900. A partir de aquí, muchas veces conseguí que la gente que me quiso, me acompañara al San Lázaro.

Llevamos todo el fin de semana escuchando la bombas de la fiesta, y hoy siguen… pensé si serían las del barrio de San Francisco Javier (mi barrio)… otra verbena que me trae gratos recuerdos y de la que algún día hablaré… pero no. Mi hijo Pablo me dijo: son las fiestas del Puente… hoy iré… Espero que con Cami, Ana y quien se apunte…